Blues Latino

Vargas Blues Band

¿Es posible hacer desde España blues con pasaporte internacional? Sí, Javier Vargas lo ha demostrado sobradamente, sabiendo, además, llevar adelante el maridaje del género norteamericano por excelencia con las raíces de la música latina. Dando vida así a algo que él mismo, acertadamente, ha definido como blues latino.

Un viajero con el blues pegado a la suela de los zapatos, ésa podría ser la mejor definición para describir a Javier Vargas, el único músico que ha logrado sacar en España al blues del reducido gueto de los seguidores especializados.

Pero Javier dio sus primeros pasos musicales a muchos kilómetros de Europa, concretamente en el garaje de la casa familiar que sus padres tenían en la ciudad argentina de Mar del Plata, donde en 1969 ya monta con unos amigos su primer grupo, Javier Vargas, sin más razón que la de divertirse y dedicarse a lo que más le gusta, tocar la guitarra. Pero será a principios de los años 70, en Venezuela, donde se traslada la familia, cuando Vargas comience a profesionalizarse, acompañando a otros artistas y tocando en directo siempre que puede.

En 1972 se instala en Nashville, la cuna del country y el rock and roll, para estudiar y mejorar su técnica guitarrística, en plena explosión del rock sureño y con los Estados Unidos sumidos bajo el efecto post Vietnam, la guerra que ha dividido al país en dos. Con un amigo, Larry Cotton, monta una banda y les convocan para grabaciones de country, ejerciendo de músicos de estudio. Javier cada día se siente más a gusto en los estudios de grabación y va aprendiendo todo lo que hay que conocer para profesionalizarse. Más tarde se trasladará a Los Ángeles donde empieza a aficionarse al blues, el género del que nacen la mayor parten de las músicas que hoy escuchamos.

“El primer blues de la historia es el llanto del recién nacido al salir del vientre de su madre” – Javier Vargas

 

 

Rock and roll en Madrid

El viajero impenitente hace escala en Madrid en 1977 y se queda encantado con la escena musical española de aquellos días, caótica, pero eminentemente viva, abierta a proyectos y en pleno estado efervescente en aquellos confusos días de la Transición democrática. En Madrid conoce a Salvador (Domínguez), con el que monta los seminales Banana. Toca la guitarra en la grabación del primer disco en solitario de Salvador, “Banana” (1978) y, un año más tarde, se integra en la banda de Miguel Ríos y graba guitarras en el Lp “Los viejos rockeros nunca mueren”, en el que pone música a algunas letras de Miguel (“Crónicas ciudadanas”, “Rockero de noche” y la muy conocida “Un caballo llamado muerte”). Repite con Miguel Ríos ­en “Rocanrol bumerang” (1980) y “Extraños en el escaparate” (1981)­, con el que hará una gran amistad a lo largo de los años e irán sumando colaboraciones tanto en disco (“La encrucijada”, “Directo al corazón”) como en directo, integrándose en distintas formaciones de su banda.

Esta será una de las constantes en la labor profesional de Javier Vargas durante todos los años 80, el trabajo en directo o en estudio junto a algunos de los nombres fundamentales del rock español de estos años. De este modo, su firma se puede leer en los créditos de grabaciones y canciones de la Orquesta Mondragón, Manolo Tena o Joaquín Sabina. Pero además, cuando necesita tomar aire viaja hasta los Estados Unidos donde recarga pilas tocando con viejos y nuevos amigos en constantes jams sessions en las que se reencuentra con el blues.

Nace el blues latino

Pero ha llegado 1990 y a Javier le apetece poner en marcha un proyecto propio, comenzar a trabajar su propia discografía y dedicarse plenamente a la música que más le gusta, el blues, de la que se ha convertido, con el paso de los años, en un experto y en un virtuoso con la guitarra eléctrica. Una guitarra en absoluto anclada en el pasado, sino ágil, versátil y que está dispuesta a, partiendo del blues, fusionarse con el jazz, el flamenco o el bolero. Una guitarra que, en definitiva, asume la tradición musical de su dueño y busca ritmos calientes. ¿Estaremos ante el nacimiento del blues latino? Probablemente, y en 1991 “All around blues”, su primer disco, firmado como Vargas Blues Band y editado en un modesto sello malagueño (ninguna compañía quiso saber nada de esa grabación), será sólo el inicial eslabón de una cadena discográfica que en años sucesivos nos presenta a un Javier Vargas dispuesto a situarse en la primera fila de los guitarristas internacionales, por medio de su blues mestizo y completamente original.

“All around blues” no ha pasado desapercibido, y la compañía Dro ha puesto la vista en él firmándole un contrato de grabación. Así, en 1992, edita “Madrid-Memphis”, un disco con el que se desmarca de todo lo que conocemos hasta ese momento y cuenta con colaboraciones de Rafael Riqueni, en la guitarra flamenca, además de las voces de Philip Guttman y Jeff Spinoza. Éste último será el vocalista habitual de la Vargas Blues Band en los primeros trabajos. Pues Javier nunca canta, se centra en la composición y la guitarra.

 

Vargas ha logrado lo más difícil, hacer que sus álbumes de blues mestizo sean adquiridos por públicos que habitualmente no compran discos de blues, pero a los que les atrae el sonido de esa guitarra única, que trae ecos de los mejores días de Carlos Santana. Pero la sorpresa y el reconocimiento masivo le llegará con el lujoso “Blues latino”, el disco de 1992 en el que cuenta con las colaboraciones de Chris Rea, Junior Wells, Flaco Jiménez o la voz de Andrés Calamaro en la bellísima “Amapola negra”. Para placer de Javier, Carlos Santana, del que se ha hecho muy amigo (muy “brothers”, como le gusta decir a él), graba su “Blues latino” en uno de sus discos.

En los siguientes años la relación entre Santana y Vargas irá creciendo hasta el punto de que el mexicano invita a Javier a participar en algunos de sus conciertos en directo, en París y Madrid. También tiene oportunidad de compartir escenario con otra incuestionable leyenda y uno de los padres del blues, B.B. King.

Poco a poco el nombre de la Vargas Blues Band cotiza más al alza y sus discos se van editado con notable éxito en diferentes países: Suiza, Argentina, Francia, Colombia, México y Brasil. El cuarto álbum, “Texas-Tango”, se graba en Memphis y Austin con invitados como Double Trouble, la banda que acompaña habitualmente a Steve Ray Vaughan y acercamientos a la tradición argentina como el precioso “Buenos Aires blues”, en el que el bandoneón se suma a los ya múltiples ingredientes que conforman su impronta musical.

El siguiente trabajo en estudio es toda una declaración de intenciones desde el mismo título, “Gipsy boogie”, donde los juegos con el flamenco son constantes y donde cuenta con las colaboraciones de algunos de los más interesantes músicos vinculados a las grabaciones del nuevo flamenco, como Raimundo Amador (con duelo de guitarras en “Chill out (sácalo)” y los aires flamencos encontrándose con el blues y el son cubano),

La Chonchi o Carles Benavent. Conformando otro ambicioso proyecto discográfico en el que las voces solistas las ponen David Montes (el alma cubana de la Vargas Blues Band) o Robert Sims. En estos viajes discográficos en los que se va ganando amigos, también encontramos a Lonnie Brooks o a Larry Graham el bajista de Sly & The Family Stone, luego integrado como director musical en el combo de The Artist (ya sabes, el artista antes conocido como Prince). Por cierto, que Prince, o The Artist, invitó a Javier a tocar con él en su concierto madrileño de 1998. Y es que Larry Graham le mostró a Prince el “Gipsy boogie” y a éste le gustó tanto que llevaba el CD en sus viajes. Así que cuando Prince aterrizó en Madrid, Javier fue a verlo y recibió la invitación de participar en el concierto de esa noche.

A la conquista internacional

Con “Gipsy boogie” editado en 24 países, Javier se embarca en una gira europea que le lleva a Portugal, Italia, Francia y Alemania mientras prepara los dos siguientes discos, “Feedback” y “Bluestrology”, que aparecen en 1998, en principio en un álbum doble (en 2000 se comercializarían separadamente). Aunque no resulte muy normal editar dos discos al mismo tiempo, ocurre que Javier es un compositor fértil al que se le acumulan los proyectos encima de la mesa y asegura que cuando ha terminado de grabar un álbum ya está pensando en ¡los tres siguientes! A los controles y la coproducción (con el propio Vargas) se pone Ian Taylor que ha trabajado con Bob Dylan, Mark Knopler, Cheap Treak o Gary Moore.

Como curiosidad señalar que “Feedback” se publica sólo a nombre de Vargas, mientras que “Bluestrology” sale como Vargas Blues Band. ¿Las razones? Que “Feedback” se centra más en la fusión de ritmos, mientras que “Bluestrology” es un álbum de más clásico blues-rock, en el sentido anglosajón.

Aunque, hasta ahora, todos los discos de Javier hubieran aparecido como Vargas Blues Band. De este modo, “Feedback” es un disco de música caliente, de ritmos fusionados que convergen en la guitarra de Javier y en su sentido de la composición. Se incluye una versión en inglés del “Sangre española” ­la canción que devolvió a Manolo Tena al primer plano de la actualidad unos años antes y a la que Vargas había puesto música­ y el apartado vocal es cubierto por David Montes y Bobby Alexander (cantante que estuvo en los Temptations). Por su lado, “Bluestrology” es un ejercicio de blues contemporáneo pero afianzado en la tradición, con un sonido compacto, rugoso, de banda de rock curtida en mil noches en otros tantos escenarios, esos sobre los que Javier Vargas disfruta y juega e improvisa sobre las canciones, haciendo en cada sesión una nueva versión de las canciones que ya conocemos. Como los grandes, como sus admirados Jimi Hendrix, Eric Clapton, Carlos Santana, Miles Davis o John Coltrane, esos músicos de blues, rock y jazz que conforman el ideario vital y profesional de este músico al que cada día admiran más compañeros de profesión en todo el mundo.

Recapitulación en vivo

En 1999 Javier vio que, tras siete discos en estudio, había llegado el momento de capturar en un CD la fuerza de sus directos. Así que a finales de año grabó en los estudios Kirios de Madrid una sesión en directo y otra en el Buddy Guy¹s Legends de Chicago, de nuevo con Ian Taylor como Ingeniero de sonido y coproductor. En “Madrid-Chicago. Live” se dan cita versiones explosivas de parte del repertorio de la Vargas Blues Band (con el aporte y el calorcito flamenco de Elena Andújar en las voces y Chicuelo con la guitarra flamenca) y sorpresas como la incendiaria versión del demoledor “Born to be wild”, el clásico de Steppenwolf.

En 2001 se pone a la venta el recopilatorio “The best of Vargas Blues Band” y un año más tarde “Last night”, que recoge las grabaciones del 99 en Buddy Guy¹s Legends de Chicago, pues quedó mucho material inédito. En esta inolvidable sesión se reconoce al Javier Vargas más infectado por el genuino espíritu del blues, en una noche que se convirtió en una incandescente jam session en la que participaron bluesmans como Sugar Blue y Larry McCray. Un disco sobrio y potente, que expele toda la esencia de una gran noche en la que el calor puede palparse desde los altavoces del oyente. Además, la edición se completa con un DVD que aporta el concierto de 1999 en Kirios.

Ahora, sólo nos resta esperar el próximo álbum en estudio de la Vargas Blues Band que, es de suponer, será de nuevo un reencuentro con el alquimista del blues latino, es decir, otro trabajo de fusión, de esos que pellizcan el lado sensible a todo tipo de públicos y que hacen las delicias de los mejores aficionados.

Juan Puchades.

Texto. http://www.vargasblues.com

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